jueves, 12 de abril de 2007

...me das risa por tus determinaciones trágicas, esa manera de andar
golpeando las puertas como una actriz de toumées de provincia, uno
se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes
repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas
y adjetivos y recuentos. Merecerías a alguien más dotado que yo
para que te diera réplica, entonces se veria alzarse a la pareja
perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se
destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento
mas precario, para sobrevivir todavia y volver a empezar y
perseguir inagotablemente su verdad de terreno baldio y fondo
de cacerola.
Pero ya ves, escojo el silencio, enciendo un cigarrillo y te escucho
hablar, te escucho quejarte (con razón pero qué puedo hacerle),
o lo que es todavia mejor, me voy quedando dormido, arrullado
casi por tus imprecaciones previsibles, con los ojos entrecerrados...
Ahora resulta que duermes, que de cuando en cuando mueves una
pierna que va cambiando el dibujo de la sábana, pareces enojada
por alguna cosa, no demasiado enojada, es como un cansancio amargo
tus labios esbozan una mueca de desprecio dejan escapar el aire
entrecortadamente, lo recogen a bocanadas breves, y créo que si
no estuviera tan exasperado por tus falsas amenazas admitiría que
eres otra vez hermosa, como si el sueño te devolviera otra vez un
poco de mi lado donde el deseo es posible ya hasta reconciliación
o nuevo plazo, algo menos turbio que este amanecer donde empiezan
a rodar los primeros carros y los gallos...

No hay comentarios: